martes, 29 de junio de 2010

Mi casa de agua

En alguno de sus cuartos, oculto a la luz y a la miradas habitaba un pez. Ese pez era yo.
Así, mi entorno inmediato se transforma en mi casa de agua, en donde mi piel es inmune a los efluvios que corren desde sus cuerpos, donde de un momento a otro, tras una respiración dolorosa, mis pulmones se llenaron de agua y todo comenzó a ir más lento... con la velocidad propia de estar sumergida, movimientos suaves, lentos, que recuerdan al origen... de donde quizás nunca debí salir...

A veces miro por la ventana y en o alto una bandada de pájaros desaparece por las nubes, descubro que las aves migratorias me dan un poco de envidia, siempre partiendo hacia algún lugar donde brilla el sol y a pesar deesto, siempre encuentran el camino de regreso.

Mi elemento es el agua, y aunque muchas veces preferiría ser de fuego, ya estoy hecha de ella; si me guiara por la astrología diría que ser de agua es ser sentimental y muy sensible, y poseer vidas imaginativas y emocionales ricas y profundas. Además en los "estados elementales o cualidades" pertenecería a ser "Mudable", lo que me haría tender a buscar el cambio y la renovación, reemplazando fácilmente una cosa por otra para así alinearse con sus procesos en desarrollo.. además se le atribuyen cualidades espirituales y psíquicas, así como las emociones. A esto se le agrega lo siguiente: Está regido por Neptuno. Son sensibles, emotivos, alegres, espirituales, impresionables, soñadores, creadores, y místicos. Tienen tendencia al idealismo, el mundo les puede resultar duro. Saben escuchar, son compasivos. No poseen gran resistencia física, pueden ser vulnerables, en especial bajo presión. Las profesiones son: el cine, la música, la danza, y demás artes. Los trabajos sociales también les atraen.

En definitiva, mi signo, mi elemento y mi planeta, me caracterizan, pero hasta dónde es positiva la sensibiliad?, por qué nadie dice que necesitamos la comprensión para esa sensibilidad?, todo duele más, todo se disfruta más también, a veces me entero de cosas que no quería, por leer una simple mirada por estar un poquito más en contacto...por recibir los estímulos tal cual vienen... tener orejas para todo el mundo... y la preocupación y ocupación sincera por cada oreja y no me molesta... pero, ¿a quién le gusta ser invisible?

En búsqueda del Hilo de Ariadna....

jueves, 17 de junio de 2010

Destino Final: Sudáfrica

Aún no puedo creer que el destino nos siga favoreciendo, y que la afición de Andrés por su deporte favorito, fuera el motivo de aquel viaje tan esperado al continente negro. Aunque las motivaciones no fueran las mismas, en el fondo, daba lo mismo, mientras él se entretenía armando el itinerario según las fechas FIFA, yo armaba el mío que con el encanto femenino haría calzar llegando el determinado minuto.
Primer destino: Buenos Aires, Argentina, sí, además de llevarme a la tierra de los safaris, sabía que para abordar el avión con destino a Johannesburgo, el cual duraría aproximadamente 11 horas y 40 minutos (no es que lo tuviera todo calculado), debíamos llegar primero a la capital de la República Argentina, para mala suerte de Andrés, una extraña coincidencia no nos permitió coincidir el mismo día de vuelos, ya se sabe, el mundial y todo el revuelo, lo que me dio tiempo de anexarle una visita express a la apasionada capital del tango. Cuando escuché la frase “el tango es la expresión vertical de un deseo horizontal”, no hice más que comprobarlo en esos lugares, llenos de pasión, esa sensación de que a través de un baile algo se estremece dentro de ti, por haber tanto sentimiento, tanta entrega. Pero ya era hora de partir, lo que en algún momento Andrés vio como una pérdida de tiempo, logré que su cabecita, por lo general muy estructurada, dejara fluir un poco de su corazón y se estremeciera junto al mío, claro que para que no digan que no soy considerada, lo sorprendí al incorporar también la visita al estadio “La Bombonera”, porque no es que no me guste el fútbol, pero no pierdo la cabeza por él tampoco.

Después de hacer todo el trámite correspondiente, subimos a esa tremenda nave, piloteadas por las manos de algún hombre al que todavía agradezco el que nos haya dejado sanos y salvos en el otro lado del mundo, porque siempre he tenido miedo a los aviones, pero la seguridad y la paz que me brinda Andrés, hace que con sólo un abrazo se calme mi corazón, yo creo que por eso aguanto sus estructuras, así nos hace un excelente complemento. Comenzar a mirar como todo se hacía cada vez más pequeño, aunque mi estómago se hacía cada vez más grande y en cualquier momento explotaba a través de mis oídos, comenzaba la taquicardia y venía el abrazo salvador, no necesitaba que le dijera nada, creo que a esas alturas (literales alturas) mis ojos expresaban todo lo que mi boca no podía decir por esas repulsivas náuseas, de pronto todo se calmó y fue como si en un abrir y cerrar de ojos, ya estuviéramos en otros husos horarios y en otras tierras que descubrir.

Segundo destino: Johannesburgo, la tierra de Nelson Mandela, la capital de tanta represión y segregación racial impuesta por el Apartheid, los años de lucha, el valor histórico y social estaba impregnado en cada mirada, en cada sonrisa más brillante que la de cualquier persona en la orbe, porque la felicidad de tenernos ahí, de ser la sede mundialera, los convertía en un carnaval sin límites. Era curioso ver como sudafricanos se abanderizaban por el país que primero llegó a colonizarlos con sus camisetas futboleras, una colonización que por primera vez era voluntaria, con el afán de ser partícipe de este movimiento, de los cotillones, los colores, y ellos ahí, esperando a ser seleccionados de cada selección, con su potente arma bajo el brazo, las que con un soplo contagiaban a millones, claro que millones sonando a la vez podían causar trastornos auditivos, como había sugerido Andrés, siempre inspeccionado y viendo donde puede ayudar, pero contra ellas, nada que hacer, las vuvuzelas eran más populares que el “sanguche de potito” en Chile y si esa era su manera de manifestarse, junto con los alegres latidos de tambores, había que respetarlo. No éramos más que sus célebres visitas, célebres, pero visitas al fin y al cabo.

Con la planificación de Andrés, que también había considerado mi presencia en el viaje, había organizado un pequeño tour por Johannesburgo antes de emigrar a nuestra sede particular, la del grupo H, Nelspruit, capital de la provincia de Mpumalanga.
Así que partimos a dar un vistazo, debo reconocer que está lejos de ser un safari, o lo que yo esperaba que fuera, con los típicos prejuicios e idealizaciones, el tiempo no nos alcanzó como para hacer un recorrido más íntegro, más al corazón, como me habría gustado, pero no era mi viaje, yo iba de acompañante y estaba decidida a disfrutar de las delicias que entregaba la tierra para mí en esos momentos, pero era Andrés el que cumplía su sueño, ver jugar a la roja en un mundial, después de que en el de Francia, él era sólo un incipiente estudiante de Medicina, mientras yo aún cursaba la enseñanza media.

Nos dirigimos entonces a Nelspruit, al llegar al hotel, fue como llegar a casa, pero a nuestra casa de carnaval, todo era blanco azul y rojo, estaba también nuestra propia selección de sudafricanos, el ambiente era alegría, éramos todos hermanos, todos una familia, disfrutando desde los más mínimos detalles, porque a pesar de querer tener todo bajo control, Andrés es una de las personas más sociables que conozco, al cabo de un par de días, ya éramos una comunidad residente.

Primera Estación: Honduras, el rival del debut. Dicen los expertos de esta comunidad, porque claro, he aprendido mucho de fútbol en estos días, la cantidad de dirigentes técnicos que hay en la hinchada, da como para darle el finiquito a Marcelo Bielsa, y contratar unos 15 D.T. por menos de la mitad del sueldo, aunque eso tampoco se podría, estos dirigentes si hay alguien a quien admiran, es al loco, el loco Bielsa. Resultado: Goleada 3-0 a favor de Chile el marcador, y como dijo Juan, uno de los DT “¡¡y eso que no estaba el chupete!!”.
Los chilenos celebramos en las calles, buscamos nuestra propia “Plaza Italia” y estuvimos de carnaval hasta que no dábamos más, aunque cabe mencionar que la resistencia de nuestros amigos sudafricanos era mucho mejor que la nuestra, ellos siguieron al son de los tambores, cantos femeninos, el Waka-Waka en sus dos versiones, la original y la de Shakira, pero por sobretodo la energía que se sentía en el ambiente.

Segunda Estación: Suiza, un karma, porque según me entero, fue nuestro primer rival bajo el mandato del loco Bielsa y salimos malheridos de un 2-1, pero esta vez no estábamos dispuestos a que se repitiera la historia, con la recuperación del Chupete y la magia de Valdivia, la victoria sería nuestra. Nos vestimos con nuestras camisetas, trazábamos nuestras caras del tricolor y nos aprontábamos a la guerra. Aprendí a tocar las famosas vuvuzelas, a regañadientes de Andrés, porque a pesar de su fanatismo, seguía encontrándolas innecesarias por los riesgos colaterales, a mi me daba lo mismo, de ahí a volver a escucharlas y comparándolas con la contaminación acústica Santiaguina no me parecía nada tan terrible. Resultado: 2-1… Gana Chile!! Se da vuelta el marcador. Así que seguimos celebrando, con la misma intensidad, ésa que sólo se vive siendo un apátrida que encontró su patria y que espera cualquier motivo para seguir celebrando.

A medida que fueron pasando los días, no me di ni cuenta como todo era tan parte mío, como de Andrés, que mis planes paralelos que esperaba realizar con o sin su compañía, se habían esfumado, porque allí éramos uno, seguíamos siendo ese complemento que nos hacía vibrar con cada grito en la cancha, con cada noche de fiesta, con cada tertulia con nuestros nuevos hermanos, era nuestra nueva prueba de fuego, convivir en esas condiciones, reinventarnos cada vez que nos mirábamos fijamente y que el resto del mundo desaparecía, permitir el espacio del otro, ignorarnos, buscarnos y reencontrarnos era siempre la tónica de nuestra relación, ambos nos ahogábamos, pero también sabíamos que ya no podíamos vivir uno sin el otro, mientras durara, como dijimos alguna vez… “disfrutaremos y nos esmeraremos mientras dure”. Y por eso estaba ahí, disfrutando con él y quizás en otra oportunidad mis “negritos del Apartheid”, como les digo de cariño, serán el centro de nuestra atención, sí, de nuestra.

Tercera Estación: España, es un rival difícil, quizás el más duro del grupo H, pero no nos podíamos dar por vencidos y entrar a perdedores, porque los resultados anteriores decían otra cosa, que éramos ganadores y no por buena racha, sino por buen fútbol y eso hacía que nuestros jugadores no perdieran nuestra confianza, porque no lo merecían, la realidad de que fueran el rival más fuerte había cambiado, y esto lo avalaban resultados. Así que esta vez, partimos como nunca preparados para alentar a nuestra roja, era el partido más esperado, aunque en las cuentas nos bastaba con un empate, era el honor el que estaba en juego, ese del que hablamos cuando miras frente a frente a tu enemigo y juras con tu vida dejarlo todo en la cancha, de la misma forma estábamos nosotros, dejando todo en el estadio, Andrés nos hacía ejercicios vocales para que no perdiéramos la voz con tanto grito, aunque sabía perfectamente que él sería el primero en abandonar sus cuerdas, porque en el fervor del estadio no existe lógica, sólo pasión y sentimiento, a veces creo que ésos son los motores de las piernas de cada jugador y que de cierta forma cada hincha se va articulando y se pone a la disposición locomotora comandada por el cerebro, todos corremos, todos chuteamos. Resultado: 1- 1… ¡¡Empate!! Fue lejos uno de los mejores partidos que he visto, se dejó todo en la cancha, los defensas y delanteros de cada equipo se lucieron, las oportunidades de gol llovían, pero siempre había alguien que lo cubría, no fue un empate mediocre, fue el empate entre dos rivales que merecen mirarse a los ojos y seguir avanzando.

La fiesta que se produjo esa noche casi no tiene palabras para ser descrita, porque ya estábamos en Octavos de final, habíamos dado la mejor de las campañas, era el goce de estar justo en medio de todo, empezar a competir con los mejores, pero habiéndole ganado ya a otros no menos buenos, porque todos tienen el mérito de haber llegado al mundial, y nosotros tenemos la obligación de seguir alentando. Fue uno de los mejores carnavales que he presenciado, cada uno dejó atrás lo que debía quedar ahí y se impregnó con las nuevas energías para seguir en este camino, y en los caminos de la vida.

Hoy escribo lo de ayer, camino a un safari de verdad, con jirafas, elefantes, y leones que estaba dentro de los planes que Andrés tenía para mí, ya no sé que será de mañana, lo que hoy escribo es parte del hermoso recuerdo latente, el resto he decidido conservarlo en mi memoria, en nuestra memoria colectiva, en los que tuvimos el honor de estar ahí, de gritar, de dirigir, de jugar, de crecer y por sobretodo de disfrutar de esas hermosas sorpresas que nos da la vida.
La Pasajera